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Archivos anuales: 2020

Evangelio 2021

                                

Éste es, ya, el sexto volumen con los comentarios al evangelio de la misa, que comenzaron a publicarse en 2016. Pero sólo Dios es capaz de pronunciar, una y otra vez, la misma palabra, y decir, en cada ocasión, algo distinto. Dos mil años lleva la Iglesia profundizando en la Escritura, y aún no ha hecho sino comenzar a atisbar el misterio que encierra. No existe, en la Historia de la Humanidad, un libro como la Biblia. Sólo ella es Palabra viva que da vida.

No dejes nunca de meditar los evangelios. Busca, en ellos, la Humanidad santísima de Cristo, y, una vez encontrada, adéntrate, a través de ella, en la contemplación de su divinidad. No te cansarás jamás.

Este pequeño libro quiere ayudarte en esa tarea. Cada lectura del evangelio va seguida de un breve comentario, de apenas doscientas palabras, que quieren dejar paso a silencios mucho más elocuentes. Te sugiero, querido lector, que no te conformes con leer. Terminada la lectura, calla y mira. Deja que lo que has leído encuentre eco en tu alma, y saborea ese eco como si tuvieras miel en los labios. No te pido que te enamores; te pido que te dejes enamorar.

Tenéis la edición digital disponible, como siempre, en Amazon y en Apple Books, al precio de 0,99 €. Y la extraordinaria edición en papel de Cobel la tenéis al precio de 4,95 €, con insuperables ofertas y rebajas.

José-Fernando Rey Ballesteros, pbro.

Misterios de Navidad

                                

Aunque el santo rosario no sea una oración litúrgica, sus misterios se entrelazan con la liturgia como la respiración se entrelaza con la vida. Cualquiera que rece diariamente esas avemarías conoce el relieve que cobran los misterios dolorosos en Cuaresma y Semana Santa, los gloriosos en Pascua, los luminosos en Tiempo Ordinario… y los misterios gozosos en Navidad.

Este libro, que no es sino una contemplación de los misterios gozosos del rosario, está escrito pensando especialmente en la Navidad. Pero, al igual que rezamos los misterios gozosos del rosario en cualquier época del año, también pueden estas páginas ser leídas y meditadas en marzo, en agosto o en noviembre.

No encontrarás aquí demasiados consejos morales. El libro está escrito, simplemente, para ayudarte a contemplar aquellos primeros años, cuando apenas nadie, salvo María y José, conocían la maravillosa noticia de un Dios revestido de carne humana.

El misterio es una realidad que nos abre su entraña para que podamos sumergirnos en ella. Al Espíritu le pido que te conceda, conforme leas estas páginas, la gracia de adentrarte en las alegrías y dolores de estos misterios que, por lo que supusieron para sus protagonistas, y lo que suponen para ti, han sido llamados «gozosos».

Tenéis la edición digital disponible, como siempre, en Amazon y en iTunes, al precio de 3,49 €. Y la extraordinaria edición en papel de Cobel la tenéis al precio de 14,95 €.

José-Fernando Rey Ballesteros, pbro.

Prisas, pandemia y santidad. ¡Menudo trío!

La velocidad a la que estamos viviendo es difícilmente compatible con la santidad. Porque la santidad es, ante todo, contemplación que da como fruto una entrega generosa, y el ritmo de vida de Occidente, además de no permitir la contemplación ni el silencio, aboca al hombre, necesariamente, al egoísmo. Pedirle, a quien tiene «tantas cosas que hacer y tan poco tiempo para hacerlas», que piense en los demás es pedir demasiado.

A la vez, en la Iglesia continuamos, desde hace muchos años, empeñados en «sorber» y completamente negados para «soplar». Parece que el único afán que tuviéramos fuera llenar templos y salones parroquiales, aunque sea con personas que desconocen la fe y el Amor de Dios. Pero ninguna de esas personas, capaces de pasar horas entre los muros del lugar sagrado, pierde un solo minuto de su tiempo en acercarse a trabar amistad con quienes no creen y contagiarles el amor de Cristo. El resultado es decepcionante: nos movemos a toda velocidad con el único objetivo de formar «beatos», pero nos hemos olvidado de formar santos, es decir, apóstoles que se adentren en el mundo en busca de la oveja perdida. Nos obsesionamos con llenar templos, y hemos olvidado que debemos poblar la tierra.

Me parece ver claro que el confinamiento que sufrimos en marzo y abril fue una cariñosa «zancadilla» de Dios. Pero también me parece ver claro que nada hemos aprendido. Apenas terminó el confinamiento, nos hemos empeñado en recuperar la velocidad que teníamos antes. Lo peor es que, ahora, seremos nosotros quienes tropecemos, sin necesidad de zancadilla alguna; no parece que esa velocidad favorezca, precisamente, el cese de la pandemia.

La conversión necesaria es profunda. Hubiera requerido que el tiempo de confinamiento se hubiese empleado en reflexionar y contemplar. Pero, en lugar de ello, nos lanzamos a la comunicación digital con ansiedad de adolescentes.

Espero que no tenga que suceder lo mismo siete veces, como en Egipto, para que dejemos escapar a las almas del cautiverio de las prisas en el que las tenemos encerradas. Le pido a Dios que, si hay un segundo confinamiento, no cometamos en él los errores del primero.

No tienen que cambiar las cosas un poco. Tiene que cambiar todo. Es urgente crear un clima propicio para la contemplación y el trabajo sereno, un clima donde puedan florecer santos que formen santos, un clima donde la gracia de Dios pueda fluir como agua tranquila, y no quede estancada en salones mal decorados y peor ventilados en los que los cristianos parecemos gozar reuniéndonos durante horas.

Así se lo pido a Dios. Yo también necesito la ayuda del clima para contemplar. La necesito urgentemente.

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